Mi universo Hogarin ya está muy poblado y sólo adoptamos nuevos habitantes si estos vienen completos pero cuando vi a este pobre abuelo, cubierto de mugre y luciendo sólo sus zapatos que precisamente es lo primero que pierden, no me lo pensé dos veces y lo acogimos en casa.
La abuela le ha preparado un reconfortante baño de espuma para que entre en calor. Un buen rato se ha pasado frotándole la roña.
Después, como tenemos una cajita con ropa sobrante, le ha dado a elegir entre el uniforme reglamentario de abuelo Hogarin compuesto por unos pantalones marrones y su clásica camisa de cuadros o, como ya empieza a hacer fresquito, un calentito jersey de lana.
El abuelo ha optado por este último y muy agradecido ha pasado a formar parte de mi familia Hogarin. Parece muy integrado en la comunidad y ha decidido abrir una cafetería pequeñita pero esta será ya otra historia.
Hasta otro ratito.
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