Cae la nohe en Villa Hogarin. La entrada de la casa está decorada para celebrar la Noche de Difuntos.
Los niños llevan toda la tarde en la cocina elaborando unas deliciosas galletas.
A medida que oscurece, el velo que separa el mundo de los vivos y el de los muertos se desvanece.
Los ancestros Hogarin siguen en la casa. La antepasada de la chacha también se dedicaba al servicio doméstico y acaba de hornear un pastel para la familia que, aunque habita en otro plano, sigue siendo muy golosa.
La bisabuela Hogarin ha puesto en el fuego su caldero y está preparando un caldo que revive a los muertos.
Se acerca la medianoche. Los bisabuelos se sientan en la salita y sintonizan el aparato de radio con la esperanza de comunicarse con sus familiares vivos y darles algún consejito.
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