Hace unos meses conseguí la Cafetería de la Serie Blanca. No está en buen estado pero, como era barata y llevo mucho tiempo tras ella, la compré. Le falta el techo del bar y tiene signos de haber estado cerca de una fuente de calor porque algunas partes y objetos están un poco derretidos. También le faltan las manetas de la máquina de café.... Ya saldrá una mejor.
Es muy sencilla. Consta de la parte central formada por la barra del bar en color azul y los taburetes.
Está es mi Cafetería de la Serie Lila que es más grande y está en muy buen estado.
La podéis ver con más detalle aquí
La versión pequeña corresponde a la referencia 705.
El último de los abuelos que llegó muy sucio al barrio se ha hecho cargo de ella. La cafetería dispone de una carta muy amplia y en ella todavía se puede fumar como indican los ceniceros dispuestos sobre la barra.
Si la visitáis, además podréis escuchar música de la buena ya que posee una amplia colección de vinilos y un tocadiscos con sonido estéreo.
Rápidamente, algunos de los habitantes del barrio se han hecho visitantes asiduos: como la peluquera Hogarin (aquella que se implantó una melena a lo Nancy) que cada mañana desayuna su café con leche y un croissant mientras lee las noticias del periódico antes de abrir su local.
No es extraño encontrar turistas alemanas como estas que, entre visita y visita, descansan bebiendo una Coca Cola.
Los amiguetes jubilados también se acercan a tomar una cañita y probar suerte con la máquina tragaperras.
A mediodía siempre está lleno. Sus platos combinados se han hecho muy populares en el barrio.
¡El sandwich vegetal está delicioso!
pero si prefieres las hamburguesas, también saldrás satisfecho.
Por la tarde, suelen acudir los Hogarin que salen de trabajar; como la maestra que disfruta de su cóctel antes de volver a casa.
El Barrio Hogarin está de moda y cada vez hay más vecinos extrajeros como estos Town Square Miniatures: el Sr. Roper que vive con su esposa en Villa Hogarin nº 4 B y el Sr. Obama que busca casa desde hace tiempo para su familia pero es que el precio de la vivienda está por las nubes y mientras la encuentran pasan los días en el parque infantil. Muchas tardes los dos quedan en la cafetería para charlar y, si hay ocasión, hincar el diente a un bocadillo de jamón serrano.
Se acerca la hora de echar el cierre, así que hasta otro ratito.
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