sábado, 28 de noviembre de 2009

PACK DISFRACES DE LA NEW

Le pedí a mi sufridor nancyero que, como trabaja cerca del Corte Inglés de Diagonal, se pasara un día a ver si habían negritas y él, muy eficiente, se presentó en casa al día siguiente con la nancy y el pack de disfraces de la new. ¿No es un encanto?

Me gustan mucho aunque no tengan nada que ver con los setenteros y se los probé a la New del pack, que ya me está empezando a gustar, para ver el efecto de los zapatos que son muy monos.

Primero el de hada:



Le he pedido un deseo: una negrita de pelo larrrrrrgo

Ahora el de Bailarina; aunque más bien es de gimnasia rítmica. Con el aro...



y la cinta...


y he dejado para el final mi preferido; el de Princesa. Siempre quise uno así para mí: largo, brillante y con vuelo... pero no hubo suerte.
¡Me encanta el ribete de piel y esa pedazo tiara, digna de la casa real.





Hasta lleva el príncipe encantado, pero mi geisha no se atreve a besarlo no vaya a transformarse en Lucas que todavía es más feo que el sapo...



¿Creéis que la convencerá?

sábado, 21 de noviembre de 2009

PIPPI CALZASLARGAS DE TOYSE

Pippi y Laura Ingalls fueron mis ídolos infantiles.
Esperaba con ansia a que acabara el telediario del domingo para ver el capítulo que después yo reproducía en mi habitación.
Aquella niña imaginativa y rebelde que tenía una fuerza descomunal y podía volar me parecía el no va más. Vivía sola en un viejo caserón con un cofre lleno de monedas de oro que le permitía comprarse todos los caprichos y podía pasarse toda la noche bailando y no tener que madrugar para ir al colegio. Como su padre era pirata de los mares del sur no la incordiaba mucho, así que podía hacer siempre lo que le diera la gana. ¡Menuda suerte!
Quien no recuerda a aquel caballo blanco pintado con topos negros llamado Pequeño Tío; al que el primer día de escuela dibujó en la pared porque no le cabía en la hoja y al Sr. Nilson un mono que tenía sus propios muebles y que siempre iba agarrado a su cuello.
Luego estaban sus amigos Tommy y Annika, más sosos que una acelga, a los que ella siempre metía en aventuras.
Resultaba una niña tremenda porque rompía todas las normas sociales pero, si la comparamos con el incorregible Schin Chan de ahora, no tenía malicia.

Las casas de muñecas aprovecharon el filón y sacaron infinidad de muñecas Pippi. La mía fue de la marca Toyse y venía con un bolso de tela de saco. No es muy agraciada y sus dientes piden a gritos una ortodoncia, pero me resulta graciosa y me trae muchos recuerdos.



A veces me he preguntado que fue de Inger Nilsson (la niña de 10 años que la interpretó). Pues según he leído hizo varias películas y grabó un disco pero no tuvo mucho éxito en su carrera como actriz. Trabajó en teatro y últimamente ha participado en una serie policíaca alemana y trabaja de Secretaria en Estocolmo.




Para los nostálgicos como yo, os dejo con un video de esta serie de los 70.

sábado, 14 de noviembre de 2009

LA MANO QUE MECE LA CUNA




Este mes he dejado de lado a las Nancys y me he dedicado a mis bebés a los que tenía un poco abandonados.
En verano me traje de casa de mis padres el moisés de mimbre que un año nos trajeron los Reyes. Mi madre lo compró en una tienda del Barrio Gótico que todavía frecuento porque me encantan los artículos de este material y lo vistió ella; hasta le hizo el colchón y el juego de sabanitas.


Tantos años en el trastero lo habían dejado sucio y reseco. Así que después de un buen fregado con cepillo y jabón le di dos capas de barniz incoloro. La ropa quedó como nueva después de dejarla toda la noche en remojo con Kalia Octiaction pues aparte de la suciedad tenía manchas amarillentas.
La colcha la hizo mi madre a ganchillo. La almohada se había perdido, así que hice una nueva y como curiosamente mi mami conservaba un metro de la puntilla de la sábana he podido completar el juego.



Dentro del moisés apareció la funda de la canastilla que también hizo mi madre. Recuerdo perfectamente que hizo dos en rosa y dos en azul para mis primas, mi hermana y yo; y como yo era la mayor fui la primera en elegirla en mi color favorito. Me llevé una alegría tremenda al encontrar, liado en la ropa, el orinal de nenuco que creía perdido. La cesta llevaba quince años sirviéndome de macetero pero la he devuelto rápidamente a su uso original.



La primera vez que vi el blister de aseo de nenuco me dio un vuelco el corazón porque sólo conservaba el plato, un babero y un cepillo blanco.



La bruta de mi hermana pequeña le rompió los brazos al Baby Mocosete porque en vez de subírselos y bajárselos se los abría en cruz, pero yo me he desquitado con estos mellizos. Me encantan porque son muy blanditos y me da vergüenza reconocer que de vez en cuando los abrazo.



Luego llegó la época Nenuco. La adefesio de la derecha es el de mi infancia. Tiene la cara amarilla de tanto lavársela con colonia para que hiciera buena olor y el pelo cortado como casi todos mis muñecos. No es que yo fuera mala pero me lo pasaba en grande jugando con ellos. Mi madre estuvo años diciéndome que lo tirara, que me compraría otro, pero no hubo manera. Años más tarde mi gato se le comió los dedos pero afortunadamente encontré un recambio.
En medio está la nenuca corazón de mi hermana que imitándome también le cortó el pelo, según decía siempre mi madre, "a lo garçon".
Y al de la izquierda lo adopté este verano.



Aquí están en plena comida. Al babero se la caído la pegatina del día de la semana y el patito. Creo que el verde correspondía al jueves... Tuvimos pocos trajes originales porque a mi madre se le daba muy bien el punto y la costura, así que nos hizo un montón de caseritos. Ella me enseñó un poco y yo también le hice algunos trapillos.



Y por último una foto de familia, a la que se ha añadido Berta de Gama que ya os presenté hace tiempo. De pequeña no me gustaba porque era de plástico duro y tenía cara de mal genio pero ahora me inspira una gran ternura porque me recuerda mi primera infancia.



Llevo tiempo buscando un mocosete negrito pero esa será ya otra historia...